El Comercio Justo converge con otros movimientos sociales, como son el alter globalización, o los anticapitalistas, feministas y ecologistas en la sensibilización y la movilización de la ciudadanía para intentar girar el rumbo de un planeta que evidencia sus límites, agota sus recursos y explota a sus gentes. Entre estos movimientos se encuentran el Comercio Justo y la Soberanía Alimentaria que, con varios ejes de actuación en común, están obligados a entenderse y converger en espacios y prácticas comunes.
El concepto Soberanía Alimentaria está más extendido en los países del llamado “Sur del mundo” a través del trabajo de La Vía Campesina, mientras que el Comercio Justo lo está en el Norte, en los países supuestamente “desarrollados” a través de WFTO (Organización Mundial del Comercio Justo). Son dos movimientos que reivindican otra manera de entender el mundo y las relaciones entre sus habitantes y el medio ambiente. Ambos persiguen el reparto equitativo de la riqueza, el respeto a los ciclos naturales del planeta y la dignidad de las personas que lo habitan, destacando el papel de quienes trabajan el campo.
Aunque estratégicamente parten desde perspectivas diferentes y ámbitos geográficos opuestos, estamos ante movimientos complementarios que se retroalimentan más de lo que pueda parecer a simple vista:
Por un lado, la Soberanía Alimentaria defiende el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de una forma sostenible y ecológica, así como el de definir sus propias políticas en torno a la producción y consumo de los alimentos, para garantizar el derecho a la alimentación de toda la población.
Por el otro, el Comercio Justo es una asociación de comercio basada en el diálogo, la transparencia y el respeto. Tiene como objetivo conseguir una mayor equidad en las transacciones internacionales y contribuir al desarrollo sostenible, ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de las personas trabajadoras y productoras. Además, las organizaciones de Comercio Justo apoyadas por consumidoras y consumidores conscientes están implicadas activamente en respaldar a los grupos productores, así como en sensibilizar y desarrollar campañas para conseguir cambios en las injustas reglas y prácticas del comercio internacional convencional.
Uno de los criterios en el que coinciden ambos movimientos es en el poder de los productores y productoras para decidir cómo, cúando y por cuánto se vende su producción. Así, tanto la Soberanía Alimentaria como el Comercio Justo ponen en el centro a las personas, fomentando el respeto por la sabiduría rural y la tradición cultural. Ambos movimientos son conscientes de que el mantenimiento de los ecosistemas y de la biodiversidad es el garante del traspaso a las generaciones futuras del conocimiento y de las raíces populares. Para ello consideran necesario promover el cuidado del medio ambiente y su integración sostenible en la tarea diaria del campesinado, además de apostar por la no utilización de químicos de síntesis.
Por tanto, la Soberanía Alimentaria y el Comercio Justo coinciden en constituirse como alternativas sostenibles, así como en la defensa de estos criterios y valores comunes:
– La confianza entre productores y consumidores sin necesidad de certificados “estándares”.
– La lucha por la equidad de género a través del énfasis no en los intercambios económicos propiamente dichos, sino en las relaciones sociales que se producen y son producidas por éstos; se visibiliza así la economía de los cuidados, entendidos como los procesos que tienen que ver con la sostenibilidad de la vida.
– La apuesta por canales cortos de comercialización, eliminando figuras como el «intermediario» o el «coyote».
– La gestión cooperativa y comunitaria, articulando plataformas y redes de apoyo y formación que potencien a las organizaciones y a sus miembros.
En IDEAS somos conscientes de que el Comercio Justo tiene todavía un camino importante que recorrer en la coherencia y postulados de la Soberanía Alimentaria. Hablamos de trabajar más conjuntamente, integrando productos locales en las tiendas de Comercio Justo y apostando todavía más por fomentar los mercados de los grupos productores del llamado Sur.
El objetivo es acabar importando exclusivamente estos artículos, que son la mayoría de los de Comercio Justo, como el café, el té, el cacao o la panela, de los que muchas de nosotras no querríamos dejar de disfrutar. Hoy por hoy, productos como el arroz o la miel, que se producen tanto en nuestro entorno como en otros países, nos sirven a las Organizaciones de Comercio Justo para visibilizar comunidades pequeñas y apoyar a grupos productores que encuentran en el Comercio Justo una vía de generación de ingresos, apoyo mutuo, accesos a los mercados y aprendizaje.
Parte de ese camino ya se ha empezado a andar y se manifiesta en una tendencia que asoma tímidamente y que llega para quedarse. Se trata del desarrollo de los productos de Comercio Justo “integrales”, que ensamblan varias aspiraciones y principios. Un ejemplo son lasmermeladas que, elaboradas con frutas ecológicas certificadas de cultivo local, son endulzadas con azúcar de Comercio Justo y fabricadas por una empresa de inserción laboral. Un producto, cuatro pilares: social, ecológico, local y justo.
Extraído de http://www.diagonalperiodico.net/blogs/idearia/comercio-justo-camino-encuentro-global-y-accion-local.html