El reciclaje de la ropa que ya no queremos

El reciclaje de la ropa que ya no queremos

Europa desecha cerca de seis millones de toneladas de textiles al año. Solo un 25% de esa ropa es reutilizada

En la planta de reciclaje de Wolfen, Alemania, intentan darles una segunda oportunidad, mientras que el discurso de la sostenibilidad cobra relevancia en la industria de la moda

Almacén en el que se guardan las prendas que se revenden sobre todo en Europa del Este y África. / MATIAS SAUTER

Extraído de http://elpais.com/elpais/2015/05/27/eps/1432747889_504221.html

Detrás de una camiseta hay entre 2.000 y 2.900 litros de agua. Es la cantidad necesaria para cultivar y procesar el algodón para confeccionarla. A la mezcla hay que añadirle una buena dosis de pesticidas y la emisión de partículas contaminantes a la atmósfera que acarrea el transporte de la prenda desde los lejanos países en los que se suele confeccionar. ¿Cuál es su expectativa de vida? Tres años… de media. La atracción de los consumidores occidentales por la moda rápida, alentada por una incombustible maquinaria de fabricación barata en China y otros países, se ha traducido en un incremento cada vez mayor de la cantidad de prendas que se compran y que, tras pasar un tiempo olvidadas en el fondo del armario, acaban en la basura.

En Europa, se desechan seis millones de toneladas de textiles al año. Solo un 25% son reutilizados, la mayoría tras pasar por plantas de reciclaje como la de la multinacional suiza Soex en Wolfen (Alemania). Aquí, la ropa que nadie quiere se clasifica para venderse en el mercado de segunda mano o transformarse en bayetas para limpieza y aislante para la construcción y el automóvil. “Salvamos a millones de prendas de morir incineradas”, explica Paul Dörtenbach, que trabaja para la empresa. “Buscamos el mejor destino posible para la ropa usada”.

Cada día llegan a esta nave 350 toneladas de prendas procedentes de toda Europa, recogidas en contenedores o en tiendas. Las ONG venden las que no necesitan a empresas de reutilización textil a cambio de un donativo (alrededor de dos euros por kilo) que destinan a financiar otros fines sociales. Las empresas también son clientes. Es el caso del grupo sueco H&M. En 2013 lanzó un programa de recogida y reciclaje de ropa con Soex para premiar a los clientes: por cada bolsa de ropa usada que llevan a la tienda, se les hace un descuento para comprar prendas nuevas. La firma de moda ha invitado a cuatro periodistas europeos a un recorrido por la planta, a unas dos horas en coche de Berlín, en territorio de la antigua RDA.

70 millones de toneladas de ropa se consumen cada año en todo el mundo, según Naciones Unidas

El proceso es laborioso. Los 800 empleados miran y clasifican, una y otra vez, las prendas. Las colocan según el tipo en diferentes cajones: pantalones, jerséis, camisetas, vestidos… Luego comprueban las que pueden ser usadas de nuevo y las que no. “Nos concentramos en separarlo todo para seleccionar lo que podemos reutilizar y vender en tiendas de segunda mano y lo que acabará en la trituradora”, explica Dörtenbach. La ropa siempre viaja en bolsas amarillas suspendidas en el aire y controladas por un ordenador que sabe en todo momento en qué etapa se encuentran.

La mitad de las prendas acabarán siendo reutilizadas. Un grupo de mujeres —“con sentido del estilo”, en palabras del ejecutivo— las escoge. “Esta parte de la planta es clave y las personas que trabajan aquí reciben dos meses de formación sobre moda y calidad de los tejidos: son todas mujeres, pero es por casualidad”, aclara. La ropa que puede tener salida en el mercado vintage es la más buscada. Es la más rentable, la que deja más margen y compensa el escaso retorno de otras vestimentas con menos personalidad. Al final, todo el textil recuperado se apretuja en grandes paquetes en un almacén gigante. Está listo para exportar, principalmente a las tiendas de Europa del Este y los grandes mercados de África (ropas de blancos muertos, como las llaman en Nigeria, Kenia y Tanzania).

El resto se somete a la trituradora. Los tejidos son descuartizados primero en una máquina grande y luego en otra más pequeña. Se mezclan y cortan a medida de las necesidades: fibra para la industria del automóvil, utilizada como aislante; una pelusa gris que se aprieta hasta formar una especie de ladrillo para forrar los techos de las casas; e incluso una mezcla que puede ser reutilizada para confeccionar ropa nueva. Un ejemplo muy directo: los vaqueros de Henrik Lampa, responsable de Sostenibilidad Medioambiental deH&M. Los pantalones forman parte de una pequeña colección de la firma sueca realizada en un 20% con algodón reciclado. “Los expertos siguen investigando y estoy convencido de que, en no mucho tiempo, ese porcentaje podrá aumentar sin mermar la calidad del tejido”, explica a los periodistas.

En esta máquina gigante, las prendas son totalmente destruidas. / MATIAS SAUTER

Como muchas otras empresas del sector, H&M se ha subido a la ola de lo ecológico o, por utilizar un término aún más de moda, lo sostenible. Primero fueron varias líneas de ropa orgánica y después el programa de reciclaje. La compañía, que se ha hecho famosa en el mundo por vender camisetas y vestidos a 10 euros, lo interpreta como un paso adelante para concienciar a los compradores de la importancia de preservar el medio ambiente. Para algunos críticos, se trata de una estrategia para vender más ropa y mejorar su imagen. “La decisión de comprar es del consumidor”, se defiende Lampa. “Queremos a nuestros clientes y somos una empresa rentable que tiene como objetivo hacerlo mejor que la competencia”, añade, “y creo que, además, podemos ayudar al medio ambiente”.

H&M ha recogido para el reciclaje 13.000 toneladas de ropa (un millar en España), volumen equivalente a 65 millones de camisetas, desde que hace dos años se lanzó el programa en 55 mercados, según los cálculos de Carola Tembe, que también forma parte del equipo de sostenibilidad de la empresa. “Queremos que sea fácil para el cliente encontrar moda sostenible. Un 45% de los consumidores busca activamente ropa respetuosa con el medio ambiente”, afirma. El grupo sueco, al igual que otras grandes cadenas de moda como Zara, su gran rival, ha estado en varias ocasiones en el punto de mira por las denuncias sobre las condiciones en las que trabajan los empleados de algunos de sus proveedores, especialmente en Asia. “Estamos haciendo grandes esfuerzos para controlar las fábricas a través de 70 auditores”, recuerda Tembe.

El discurso ecológico está cobrando cada vez más relevancia en la industria de la moda, ya sea por cubrir una demanda real, por cuestiones de imagen o por una combinación de ambos factores. “En los últimos diez años se ha convertido en una tendencia cada vez más popular, y va en ascenso. Ya no solo se trata de pequeñas marcas aisladas. Los consumidores son cada vez más exigentes en este sentido”, opina Franziska Schmid. Trabaja para uno de los grandes blogs de moda ecológica de Alemania, Lesmads, y es experta en lo que se conoce como moda vegana. Una prenda es vegana si no contiene material procedente de animales, como piel, pelo, lana, seda y plumas. “Una camiseta de algodón de H&M es vegana, como también los son las zapatillas Roshe Run de Nike; por accidente, siempre ha existido la moda vegana”, afirma Schmid. “Para mí hay tres factores importantes en cuanto a la moda: que sea un material orgánico o sostenible, que venga de comercio justo y que sea vegano”.

El cultivo de algodón es intensivo en agua. Para fabricar una camiseta de 250 gramos se necesitan 2.700 litros. Para unos vaqueros de un kilo se requieren más de 11.800 litros

La lista de empresas que se apuntan a esta tendencia crece. Puma y The North Face también tienen programas de reciclaje con Soex. El grupo español Inditex ofrece productos de algodón orgánico y detalla anualmente en su memoria de sostenibilidad (H&M hace lo mismo) los avances en su estrategia medioambiental, como por ejemplo la eficiencia energética. Además, se ha asociado con la cooperativa catalana Roba Amiga para mejorar la gestión de los residuos textiles y la construcción de una planta de reciclaje en Sant Esteve Sesrovires (Barcelona), inaugurada en enero de 2013. “Por las instalaciones pasan 4.000 kilos de ropa al año y 44 de los 59 empleados están en riesgo de exclusión social”, afirma su gerente, Chema Elvira.

El fenómeno no es nuevo. En la década de los setenta, el diseñador norteamericano Roy Halston Frowick creó un vestido realizado en un tejido sintético no biodegradable tipo ante,ultrasuede, que podría tomarse como ejemplo de moda sostenible y perdurable en el tiempo. Es poco probable que Halston tuviera en cuenta la preservación del medio ambiente cuando diseñó su popular modelo, pero el material era tan resistente que, aún hoy, se puede comprar uno de sus vestidos en el mercado vintage como si fuera nuevo. Pocos años después, el diseñador belga Martin Margiela empezó a realizar piezas únicas a partir de viejas prendas de vestir y otros objetos: jerséis hechos de retales de jerséis, vestidos confeccionados con cordones de zapatos…

El concepto de duradero suele estar en conflicto con uno de los grandes principios de la moda: moverse de forma compulsiva entre tendencias y estilos. “Normalmente, lo ecológico y el reciclaje se hacen por puro marketing. En el corazón mismo de la moda hay componentes antiecológicos, porque esta es intrínsecamente fugaz”, explica el sociólogo Pedro Mansilla. “Las marcas nos seducen para que compremos más y más. El ‘lo quiero’ acaba prevaleciendo en la gran mayoría de los casos, por mucha conciencia ecológica que tengan algunos consumidores. Lo que está calando más es el concepto de moda sostenible, también en el mundo del lujo. Ser sostenible está bien, porque no contaminamos, no explotamos a niños y, además, nos permite seguir siendo consumistas”, remata con ironía Mansilla.

Trabajadoras de Soex clasificando ropa. / MATIAS SAUTER

En el caso de la tendencia vintage se hace una excepción: “Es un fenómeno que se produce por una reacción frente a la gran mancha unificadora de las grandes cadenas, pero no creo que detrás esté la protección del medio ambiente”. Un caso similar puede ser la venta de objetos de lujo de segunda mano, como bolsos clásicos de grandes marcas, con descuentos. No parece que lo que impulse al comprador sea su amor por la naturaleza.

Sentado en la sala de reuniones de la planta de Wolfen, Henrik Lampa defiende la conciencia ecológica de H&M. No dispone de datos sobre cuántas prendas de la colección reciclada se han vendido. “Lo importante es que, poco a poco, se vea que esta ropa es también de calidad”, afirma presumiendo de nuevo de sus vaqueros, cuya fabricación requiere un 50% menos de agua y energía que unos normales. “Creo que debemos demostrar a los clientes que estas prendas pueden ser, además, divertidas”. Él parece convencido.

Detrás de muchos productos existe explotación infantil

12 de junio Día Mundial contra el Trabajo Infantil

Con motivo del 12 junio, Día Mundial contra el Trabajo Infantil, la Coordinadora Estatal de Comercio Justo (CECJ) denuncia que en muchos de los productos que compramos han trabajado menores, en ocasiones, en situaciones forzosas o de explotación.

Detrás de muchos productos existe explotación infantil

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y aunque se ha reducido, todavía hoy 168 millones de niños y niñas trabajan en todo el mundo, lo que perjudica su desarrollo y el ejercicio de sus derechos fundamentales como la educación, la salud o el juego. Las organizaciones de Comercio Justo recuerdan a los consumidores la importancia de conocer las condiciones en las que se han elaborado los artículos para evitar la violación de los derechos de la infancia.

Cerca de la mitad de los niños y niñas trabajadores (85 millones) realizan trabajos peligrosos. La región de Asia-Pacífico es la que registra un mayor número de menores trabajadores, aunque en África la incidencia es mayor ya que trabajan más del 20% de los niños. La agricultura es el sector en el que el trabajo infantil está más presente. Seis de cada diez menores se encuentran en este ámbito. Por ejemplo, en la cosecha del cacao en África trabajan 284.000 niños y niñas, y más de 12.000 lo hacen de manera forzosa, sometidos a abusos y en condiciones de esclavitud. O en el caso del algodón, en Uzbekistán niños y niñas son obligados cada año a participar en la recogida. En India, en la campaña de 2010 trabajaron 400.000 menores.

En la confección del textil, el trabajo infantil también está presente aunque es difícil dar datos concretos ya que muchos menores lo hacen en la economía informal o de manera clandestina en talleres y maquilas.

Todavía hoy 168 millones de niños y niñas trabajan en todo el mundo

Ante ello, el movimiento del Comercio Justo denuncia esta realidad y establece como uno de sus principios fundamentales la ausencia de explotación infantil. Todas sus organizaciones están adheridas a la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de la Infancia, y además se asegura que ningún menor realiza tareas que interfieran en su educación, dañen su salud o afecten a su bienestar. Así se favorece su adecuado desarrollo y, por tanto, el de su comunidad. Además, muchas de las organizaciones productoras de Comercio Justo llevan a cabo proyectos educativos (escolarización, construcción o mejora de escuelas, becas, etc.) financiados con la prima social, una cantidad extra que reciben para destinarlo a iniciativas comunitarias.

Los otros criterios que definen al Comercio Justo son el pago de un salario adecuado, el mismo para ellos y ellas por la misma tarea, condiciones de trabajo dignas y la protección del entorno natural. En España existen 140 tiendas y puntos de venta de Comercio Justo y 11 tiendas on-line gestionados por las organizaciones miembro de la CECJ.

Coordinadora de Comercio Justo     Coordinadora Estatal de Comercio Justo

Desglose de los gastos de una camiseta

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Extraído de http://www.ropalimpia.org/es/salariosdignos/participa #RopaLimpia

La Campaña Ropa Limpia exige:

  • A las marcas de ropa y a las compañías: que adopten las medidas necesarias para garantizar que las y los trabajadores de toda su cadena de suministro reciban un salario digno, dando pasos concretos y que se puedan medir.
  • A los gobiernos de los países productores del sector textil: que garanticen que los salarios mínimos que establezcan cumplen los estándares del salario digno.
  • A los gobiernos europeos: que desarrollen regulaciones que garanticen que las marcas textiles asumen sus responsabilidades por el impacto que tienen sobre la vida de las trabajadoras de sus cadenas de suministro, incluyendo su derecho a un salario digno.

«La trama del amianto» y «Víctimas de la moda»

La trama del amianto:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-noche-tematica/noche-tematica-sustancias-toxicas-avance/1583221/

Víctimas de la moda:

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La Noche Temática – Sustancias tóxicas; 01 sep 2014

Cada año cientos de miles de personas en todo el mundo mueren víctimas de la fibra de amianto. Este mineral se ha convertido en un mortífero legado, cuya eliminación cuesta millones. En su forma actual, el amianto está prohibido en Europa pero este polvo venenoso está haciendo su reaparición por medios aparentemente legales. Otras sustancias que también son perjudiciales para la salud se encuentran constantemente en nuestra ropa y zapatos. Sin sospecharlo, estamos rodeados de sustancias tóxicas que nos convierten en víctimas de la moda

Extraído de http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-noche-tematica/noche-tematica-sustancias-toxicas-avance/1583221/

Informe en castellano

Haz clic para acceder a fashion.pdf

Inforne en inglés http://www.cleanclothes.org/resources/national-cccs/fashion-victims-a-report-on-sandblasted-denim

 

Inditex «made en Marruecos»

Estudio de la ONG Setem para la campaña ‘Ropa Limpia’

Inditex ‘made in Marruecos’: 65 horas de costura a la semana por 178 euros al mes

Extraído de http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/14/galicia/1326541713.html

Trabajadora de un taller textil de la ciudad marroquí de Tánger. | SetemTrabajadora de un taller textil de la ciudad marroquí de Tánger. | Setem

  • Una investigación afirma que se vulneran los derechos laborales en Tánger
  • El 40% de las costureras de Zara no cobran para cubrir necesidades básicas
  • El estudio revela que el gigante incumple sus propios códigos de conducta
  • La situación se repite en Mango, El Corte Inglés, Cortefiel y otras firmas
  • Según la ONG Setem se falsean las auditorías escondiendo a menores en cajas

Adquirir una prenda de ropa de las marcas del grupo Inditex que se haya confeccionado en Marruecos supone refrendar un sistema de producción en el que las trabajadoras acumulan hasta 65 horas a la semana detrás de una máquina para cobrar un salario de 178,72 euros mensuales, condiciones laborales que las mantienen «viviendo en situación de pobreza» mientras el fundador del imperio textil, Amancio Ortega, se consolida como la mayor fortuna de España.

La situación se atestigua en la investigación ‘La moda española en Tánger: trabajo y superviviencia de las obreras de la confección’, elaborada para la ‘Campaña Ropa Limpia’ de las ONG española Setem y gallega Amarante Setem y que analiza las condiciones de vida y trabajo precarias que sufren las trabajadoras en talleres textiles de la ciudad de Tánger.

Inditex no es la única que se beneficia de esta situación. Las empresas españolas de moda más importantes tienen factorías propias o proveedores en Marruecos. El Corte Inglés e Induyco, Cortefiel, Mango y muchas otras firmas europeas «operan en el mercado marroquí aprovechando unos costes de producción claramente inferiores a los de la Unión Europea y la cercanía geográfica».

No en vano, España es el cliente más importante de las exportaciones de ropa marroquíes desde 2006. En lo que respecta a Inditex, en 2007, el 10% de la ropa de sus marcas Zara, Bershka, Stradivarius, Oysho, Uterqüe, Pull & Bear, Zara Home y Massimo Dutti se confeccionaba en Marruecos.

Incumple sus propias normas

El código de conducta de Inditex, que recoge los estándares laborales mínimos que deben respetar todas sus fábricas proveedoras, establece que el máximo de horas que podrán realizar las personas trabajadoras en toda su cadena de suministro son 48, con la posibilidad de realizar, de forma esporádica, un máximo de 12 horas extraordinarias.

El estudio se basa en encuestas a 118 obreras de la asociación marroquí Attawassol. Las realizadas a las trabajadoras que cosen para Inditex reflejan que lo incumplen: la jornada habitual del 68% es de entre 45 y 54 horas, y la del 30% supera las 55 horas semanales de forma habitual. Además, el 62% de las obreras aseguran que «las puntas de trabajo con más carga laboral de lo habitual se repiten con mucha frecuencia».

Al respecto, el estudio recoge que «la realidad parece chocar con el texto del código de conducta de la empresa que reza, literalmente: «[las horas extra] no se requerirán de manera habitual y deberán ser liquidadas en cuantía superior a la hora normal, de acuerdo con lo establecido en la legislación vigente».

Salarios que no cubren lo básico

La investigación recoge que, en materia de salarios, el código de conducta de Inditex exige que sus proveedores paguen el salario mínimo de su país. Además, el acuerdo marco internacional que Inditex ha firmado con la principal federación sindical internacional del sector (ITGWF) recoge el compromiso de pagar un salario que permita cubrir las necesidades básicas de las personas trabajadoras y de sus familias y otras necesidades «razonables».

Aunque el 75% de las encuestadas que trabajan en proveedores de la empresa gallega reciben el SMIG, un nivel de cumplimiento «algo superior al de las empresas que no están en su cadena de suministro», las personas que cosen para Inditex «muestran la misma precariedad o incluso algo mayor que las de las obreras de otros empleadores».

Así, «el 40% afirma que no puede cubrir sus necesidades ni las de sus familias o que lo hacen con muchas dificultades». Entre las obreras sin relación con Inditex esta proporción es del 31%.

Mango, un patrón que se repite

Mango es la segunda empresa de carácter internacional más mencionada entre las trabajadoras encuestadas. De las 118 obreras, 37 trabajaban para una empresa proveedora de la firma catalana en el momento de la encuesta. De ellas, 31 afirmaban que en su fábrica también se confeccionaban artículos de firmas de Inditex.

El estudio recoge que «Mango expresa desde hace años su voluntad de transparencia hacia los actores sociales y la materializa facilitando la lista de proveedores a SETEM (en representación de la Campaña Ropa Limpia española)» y que la propia empresa ya reconoció en su memoria 2010 «algunos incumplimientos de su código de conducta».

La empresa indicó que había dado un plazo de seis meses para la corrección de estas problemáticas. Sin embargo, «en el momento de las encuestas sólo un 3% de las obreras encuestadas que confeccionan la ropa de Mango expresaron que su jornada habitual era de menos de 45 horas. Por el contrario, un 62% afirmaron realizar jornadas entre 55-65 horas, y un 35% dice trabajar más de 55 horas semanales».

El 54% de las trabajadoras de proveedores de Mango afirmaron que estos picos de trabajo se repetían de forma muy habitual y sólo un 68% reciben un salario igual o superior al SMIG marroquí.

Abusos verbales y físicos

El informe descubre las duras condiciones de las obreras de confección marroquíes: exceso de horas de trabajo, bajos salarios, abusos verbales y físicos, arbitrariedad en la contratación y el despido, medidas disciplinarias desproporcionadas y obstáculos a la acción sindical.

Recoge que las horas extras son obligatorias y no se suelen remunerar, que prolongan la jornada hasta las 12 horas diarias, seis días a la semana por salarios que no superan los 200 euros mensuales, y que, en ocasiones, están por debajo de los 100 euros al mes.

A las trabajadoras más jóvenes, a menudo menores de 16 años, «se les hace trabajar sin contrato las mismas horas que el resto, pero cobrando 0,36 euros la hora, tres veces menos que sus compañeras».

El autor del informe, Albert Sales, indica que «estas empresas tienen en su mano la capacidad, tanto de generar situaciones de explotación laboral, como de evitarlas» y que muchas han asumido códigos de conducta y la obligatoriedad de pasar auditorías en los talleres.

Estos compromisos han quedado en papel mojado. Una trabajadora de una fábrica proveedora de una gran empresa textil asegura en el estudio que «cuando aparecen auditores por sorpresa, los supervisores esconden a las trabajadoras menores en la azotea o en cajas de ropa vacías».

El viaje a Camboya de tres blogueros y sus consecuencias

El periódico noruego Aftenposten creó un “reality” donde 3 jóvenes fueran a Camboya para ver cómo se produce la ropa que se ponen a diario. En su apartado de video lanzó varios capítulos bajo el nombre Sweat Shop (ya disponible en español). En ella, se muestra a tres jóvenes noruegos que estuvieron en este país asiático, viviendo durante un mes en las mismas condiciones de vida y trabajo que las trabajadoras textiles. El resultado cambió sus vidas:

Más allá del objetivo de esta serie: ver a estos jóvenes enamorados de la moda llorando por todo lo que ven, es una oportunidad excepcional para mostrar las denunciables condiciones de trabajo que se vive en Camboya. Las largas jornadas de trabajo y un salario muy por debajo del nivel de vida ocasiona que más de 1.000 trabajadoras ya hayan perdido incluso el conocimiento mientras trabajaban en estas fábricas. Y eso sólo en lo que llevamos de 2014. Aunque recordemos que no es la única bajo sospecha, en este mismo blog contamos hace poco otro caso de explotación en Primark.

Y mucho más: un informe elaborado por el prestigioso Centre for Research on Multinational Corporations, organización independiente holandesa sin ánimo de lucro  y el India Committee of the Netherlands, una ONG del mismo país impulsora de la campaña Clean Clothes (Ropas Limpias) contra la explotación vinculada al comercio textil, nos advierte de las prácticas “esclavistas” de algunos de los gigantes mundiales de la moda. Entre otras marcas, citan a Tommy Hilfiger, Timberland, H&M, Marks&Spencer, Diesel, Gap, C&A, El Corte Inglés, Cortefiel, Inditex( propietaria entre otras de las tiendas Zara).

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Fuente original del tweet

PERO LA HISTORIA VA MUCHO MÁS ALLÁ: LA CENSURA DE H&M

Aquel viaje cambió la vida de una de las jóvenes y muchos de los que pudieron ver los capítulos. Pero Anniken Jørgensen, bloguera de tan solo 17 años decidió emprender una campaña de denuncia sobre lo que vio y que aquella experiencia no quedara en una simple anécdota.

Decidió denunciar qué marcas estaban detrás de esa explotación, como la sueca H&M. Fue al empezar a señalar a marcas concretas donde empezó su calvario pues según denuncia en su blog, el medio que les llevó de viaje, Aftenposten, le prohibió hablar públicamente sobre lo vivido y sobre todo mencionar marcas, concretamente H&M. A pesar de los meses de lucha el silencio mediático se mantenía. Ningún medio parecía dispuesto a hacerse eco de su denuncia y hablar de las marcas que fabricaban en aquellas tiendas.

ANNIKEN JØRGENSEN, La bloguera noruega que está molestando a H&M

Es increíblemente frustrante que una importante cadena de ropa tenga tanto poder que pueda asustar y condicionar al periódico más importante de Noruega. No es de extrañar que el mundo esté así.Pensaba que en mi país había libertad de expresión. Me equivoqué” Anniken Jørgensen.

Poco a poco, y gracias al poder de difusión de la gente a través de sus redes sociales, la lucha de esta bloguera está obteniendo sus frutos, su blog es más seguido y sus denuncias son difundidas gracias a usuarios como tú o como yo. Gracias a esta presión, H&M ha dado el paso y le ha solicitado una reunión en su sede en Estocolmo (Suecia) y su denuncia de boicot mediático empieza a tener eco en varios medios de su país.

Según denuncian el estudio Shop ’til they drop el salario mínimo para los trabajadores del textil en Camboya ronda los 80 dólares, una cantidad que inferior a lo aconsejable para vivir con garantías básicas de salud y alimentación. Los contratos suelen ser temporales y se van renovando de forma reiterada a lo largo del tiempo para evitar que los trabajadores se afilien a sindicatos (no son renovados si se asocian a colectivos relacionados con la defensa de los derechos laborales).

Si hace unos días hablábamos de cómo muchas veces somos los propios consumidores los que no queremos ver qué hay detrás de la industria alimentaria, también nos toca hablar de cómo han conseguido convertirnos en consumidores de ropa de usar y tirar. Todo ello orquestado según las “modas” que nos imponen renovar el armario cada temporada y gracias a la explotación a la que someten a millones de personas y animales en todo el mundo para abaratar costes. Pero merecemos saber y que se difunda la verdad para ser clientes conscientes y rechazar ciertas prácticas.

Como bien sabe Anniken, es complicado que esto salga en las noticias.
Te necesitamos. Ayúdanos a difundir.

Si quieres ampliar tu información:

 

¿QUÉ PIENSA H&M DE TODO ESTO?

ACTUALIZACIÓN- 1 DE SEPTIEMBRE 2014

El departamento de prensa de H&M en España ha tenido la consideración de contactar con nosotros para poder contrastar la información emitida por Anniken Jørgensen. Os dejamos su email íntegro para que podáis conocer la postura de la empresa:

“Buenas tardes,
En relación al artículo publicado en vuestra página, nos gustaría transmitiros la postura de H&M al respecto.

Internacionalmente, H&M es considerada como una compañía líder en el trabajo de la responsabilidad social dentro de la industria textil.

Celebramos que las participantes del programa resalten la responsabilidad social en la industria textil. H&M y otras marcas están haciendo un extensivo trabajo para por ejemplo conseguir sueldos justos, promoviendo los derechos de los trabajadores, así como lugares de trabajo saludables y seguros.

Pese a que H&M es mencionado en el programa, no hemos sido contactados, durante el transcurso de la grabación no se han visitado ninguno de los proveedores de H&M, ni se ha hablado con nosotros sobre nuestra labor en sostenibilidad ni sobre ninguno de nuestros esfuerzos en este sentido.

En rankings independientes internacionales, como el Índice de Sostenibilidad Dow Jones, la Lista Global 100 y las Compañías más Éticas del Mundo, H&M está valorada entre las compañías que asumen mayor responsabilidad social y medioambiental”

Juzgarlo por vosotros mismos.

Salarios dignos… ¡YA!

“No tenemos dinero ni para echar sal a la comida”

Medio millón de empleadas del textil de Camboya no cubren sus necesidades básicas con lo que ganan

Una campaña internacional pide que los salarios aumenten a 140 euros al mes

Dos trabajadoras camboyanas heridas descansan en el hospital tras el desplome de una planta de la empresa textil en la que trabajan. / SAMRANG PRING

A las mujeres camboyanas que fabrican la ropa que vestimos más al Oeste no les salen las cuentas. Ellas viven con 72 euros al mes, ganados tras pasar seis días a la semana —y en algunos casos, los siete— pegadas a una máquina de coser durante 12 horas, a veces más. Pese a que los costes de vida del país son muy bajos, su sueldo queda muy lejos de los 282 euros (395 dólares) que Asia Floor Wage Alliance, organización internacional que defiende los derechos de los trabajadores, considera una cantidad mínima aceptable para cubrir gastos de vivienda, alimentación, sanidad o educación, entre otros. Esto significa que las casi 500.000 mujeres que trabajan en el sector textil camboyano no tienen acceso a los servicios más básicos y además trabajan en recintos muy inseguros donde los accidentes laborales son el pan de cada día. El último ocurrió el pasado 21 de octubre, cuando una de las plantas del edificio que ocupa la empresa Nishiku, en la provincia de Takeo, se desplomó. Cinco mujeres resultaron heridas.

La precariedad de las trabajadoras de Camboya es similar a la de sus vecinas de Malasia, China, Bangladesh o Indonesia, donde la brecha entre el sueldo que cobran y el salario medio se repite como un calco. Viven jornadas interminables en las que, como autómatas, hacen subir y bajar la aguja eléctrica sin descanso, en las que sólo pueden levantarse una vez al día para comer frugalmente y durante las que permanecen sentadas en un duro taburete sin respaldo. Hartas de aguantar una vida miserable, llevan años sumidas en una espiral de huelgas y protestas para reclamar subidas salariales y mejoras en sus condiciones laborales.

A las camboyanas no les ha salido gratis: la última revisión salarial se produjo en diciembre 2013, cuando el Gobierno fijó el salario mínimo en esos 72 euros o 100 dólares, muy lejos de las reivindicaciones sindicales e insuficiente para cubrir las necesidades básicas. Los sindicatos iniciaron huelgas y movilizaciones que fueron violentamente reprimidas. El 3 y 4 de enero murieron cuatro trabajadores, 40 resultaron heridos y 23 fueron detenidos. Y los frutos de su activismo van llegando a marchas forzadas. El mismo día en que Inditexanunciaba beneficios de 928 millones de dólares, miles de trabajadoras arrancaban una nueva campaña para reclamar una subida salarial a los 140 euros (177 dólares) al mes. La lucha está siendo dura: en la primera protesta callejera, el pasado 17 de septiembre en Phnom Penh, más cien militares armados con rifles de asalto fueron desplegados para vigilar a los miles de manifestantes que se echaron a las calles. Dos líderes sindicales fueron detenidos, aunque no se registraron incidentes violentos.

Costes de vida y salarios mínimos en Asia. / ASIA FLOOR WAGE ALLIANCE

La industria textil es la más importante de Camboya desde los años noventa. Solo en 2012, el 95% de sus exportaciones provenían de este sector, que granjeó unos ingresos estimados en 3.380 millones de euros, según los datos recopilados por la red internacional Ropa Limpia, integrada por ONG y sindicatos, que vela por los derechos de estas trabajadoras y apoya la demanda de los sindicatos que exigen 177 dólares como un primer paso hacia el pago de un salario digno. «Un salario digno querría decir que el salario que una trabajadora gana en una semana de trabajo estándar (sin exceder 48 horas) es suficiente para cubrir sus necesidades básicas y las de su familia lo que incluiría alojamiento, alimentación, educación, cuidados médicos, transporte y un ingreso discrecional (posibilidad de ahorro)», explica Eva Kresler, representante de Ropa Limpia en España. «La fuerza laboral de la industria de ropa de Camboya la componen en un 80% mujeres de entre 18 y 35 años con niños y familias a su cargo. Los costes de la vivienda, alimentación, transporte… crecen y el salario mínimo actual es sencillamente insuficiente para vivir incluso haciendo horas extraordinarias», completa.

Alrededor de un 85% de las 500 fábricas que hay por todo el país pertenecen a multinacionales extranjeras, sobre todo asiáticas (China, Taiwán, Singapur o Malasia) que se aprovechan de la mano de obra barata del país. Las cinco mayores marcas establecidas en Camboya son H&M, GAP, Levi Strauss & Co, Adidas y Target. En sus instalaciones y en las de otras empresas se registraron durante 2012 hasta 2.100 desmayos debido a las pésimas condiciones de trabajo, denuncia el informe Shop til they drop.

Tan solo tragedias como las 1.132 muertes en el derrumbe del edificio Rana Plaza, acaecido en abril de 2013 en Bangladesh, consiguen centrar la atención internacional sobre las miserables condiciones laborales de estas mujeres. Pero recientemente hubo un episodio que obligó de nuevo a posar la mirada sobre este rincón del mundo: Anniken Jørgensen, una influyente bloguera de moda noruega de 17 años, acusó directamente a H&M, el gigante sueco de la moda barata, de explotar a las trabajadoras de sus fábricas en Camboya.

La adolescente había participado junto a otros dos chicos de su edad en Sweat shop (“fábrica de explotación”) un reality show de la televisión de su país que los llevó hasta este país para compartir durante un mes casa, trabajo y vida con mujeres empleadas en una fábrica textil. Durante ese tiempo, los tres concursantes vivieron con Soki, una joven de 25 años que cobra tres dólares al día por coser. En el programa no se mencionaba ninguna marca de ropa, pero Jørgensen, muy impresionada tras haber comprobado con sus propios ojos cómo se produce la moda que ella consume, no se arredró y señaló directamente con el dedo desde su blog a H&M e inició una dura campaña contra la marca pese a que Aftenposten, el medio que había organizado el programa, le prohibió hablar de este asunto. «Una chica dijo que había cosido durante 14 años la misma costura del hombro de un jersey. ¿Qué tipo de trabajo es ese?», se preguntaba desconsolada ante la cámara de televisión. «Su madre no murió por una enfermedad o porque la mataran, murió de hambre porque no tenían para comer», relata sobre otra trabajadora de 19 años con la que se entrevistó.

Un policía señala el punto donde se produjo el derrumbe de una de las plantas de una empresa textil de Camboya. / SAMRANG PRING (REUTERS)

A causa del revuelo que generó la campaña de denuncia de Jørgensen. H&M negó toda acusación con un comunicado en el que aseguraba que no fueron contactados durante el transcurso de la grabación. «No se han visitado ninguno de los proveedores de H&M, ni se ha hablado con nosotros sobre nuestra labor en sostenibilidad ni sobre ninguno de nuestros esfuerzos en este sentido!, indica la multinacional, al tiempo que recuerda que en los rankings independientes internacionales, como el Índice de Sostenibilidad Dow Jones, la Lista Global 100 y las Compañías más Éticas del Mundo, H&M está valorada entre las compañías que asumen mayor responsabilidad social y medioambiental.

Mientras desde las calles de Phnom Penh las trabajadoras siguen clamando por un sueldo digno, dos activistas camboyanos han recorrido durante el mes de octubre varios países europeos para dar a conocer su campaña por los 177 dólares. Reclaman a las marcas de ropa que tomen las medidas necesarias para garantizar que todas sus trabajadoras reciban un salario digno. También solicitan a los gobiernos de los países productores que los sueldos mínimos establecidos en el sector sean dignos y van más allá: quieren que los países europeos controlen a sus empresas para que asuman sus responsabilidades por el impacto que tienen sobre la vida de las trabajadoras de sus cadenas de suministro.

El incremento salarial que las trabajadoras de Camboya reclaman no les reportará ni de lejos una calidad de vida digna, pero que sí supondría una pequeña mejoría en su día a día. “El salario mínimo da para una persona, pero necesitamos suficiente para poder mantener una familia, hijos y a nuestros ancianos padres. Si me pongo enferma, no puedo permitirme ir al médico, no tenemos dinero para echar sal a la comida”, se quejaba una manifestante a las cámaras de Sweat Shop durante una protesta en Camboya.

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Aún así, las grandes empresas textiles que emplean a estas mujeres solo abren la mano a marchas forzadas. El pasado 20 de septiembre, sólo tres días después de la multitudinaria protesta que realizaron las trabajadoras camboyanas en Phnom Penh, ocho multinacionales de la moda anunciaron que están dispuestas a pagar mejores salarios a sus empleadas. Estas empresas, que incluyen a grandes como H&M, Inditex o Primark, han escrito al primer ministro camboyano y al presidente de la Asociación de Fabricantes de Ropa de decir que estaban «listos para asumir salarios más altos» en su política de precios, según informó el diario británico The Guardian. Igualmente, H&M firmó un acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para mejorar los salarios, la capacitación de sus empleados y las condiciones en las fábricas y cadenas de suministro en la industria de la confección, facilitar la organización sindical.

No obstante, ninguna empresa ha aclarado de cuánto será ese aumento. «No han apoyado publicamente el incremento a los 177 dólares y tampoco se han comprometido con cifras concretas. Todavía es un misterio lo que significa cuantitativamente un salario digno en Camboya para estas empresas», advierte Kreisler.

Situación de las trabajadoras textiles en Bulgaria

http://www.ropalimpia.org/adjuntos/informes/Bulgaria%20CRL2.pdf

Trabajadora textil en Bulgaria: “En una semana, trabajamos 50-60 horas, a veces sin días libres; trabajamos normalmente 200 horas al mes, pero a veces hasta 400 horas”.
Descubre la situación de las personas trabajadoras textiles en este país del este de Europa en la investigación Salarios Dignos:

Extraído de http://www.ropalimpia.org/adjuntos/informes/Bulgaria%20CRL2.pdf