Desglose de los gastos de una camiseta

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Extraído de http://www.ropalimpia.org/es/salariosdignos/participa #RopaLimpia

La Campaña Ropa Limpia exige:

  • A las marcas de ropa y a las compañías: que adopten las medidas necesarias para garantizar que las y los trabajadores de toda su cadena de suministro reciban un salario digno, dando pasos concretos y que se puedan medir.
  • A los gobiernos de los países productores del sector textil: que garanticen que los salarios mínimos que establezcan cumplen los estándares del salario digno.
  • A los gobiernos europeos: que desarrollen regulaciones que garanticen que las marcas textiles asumen sus responsabilidades por el impacto que tienen sobre la vida de las trabajadoras de sus cadenas de suministro, incluyendo su derecho a un salario digno.

«La trama del amianto» y «Víctimas de la moda»

La trama del amianto:

http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-noche-tematica/noche-tematica-sustancias-toxicas-avance/1583221/

Víctimas de la moda:

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La Noche Temática – Sustancias tóxicas; 01 sep 2014

Cada año cientos de miles de personas en todo el mundo mueren víctimas de la fibra de amianto. Este mineral se ha convertido en un mortífero legado, cuya eliminación cuesta millones. En su forma actual, el amianto está prohibido en Europa pero este polvo venenoso está haciendo su reaparición por medios aparentemente legales. Otras sustancias que también son perjudiciales para la salud se encuentran constantemente en nuestra ropa y zapatos. Sin sospecharlo, estamos rodeados de sustancias tóxicas que nos convierten en víctimas de la moda

Extraído de http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-noche-tematica/noche-tematica-sustancias-toxicas-avance/1583221/

Informe en castellano

Haz clic para acceder a fashion.pdf

Inforne en inglés http://www.cleanclothes.org/resources/national-cccs/fashion-victims-a-report-on-sandblasted-denim

 

Salarios dignos… ¡YA!

“No tenemos dinero ni para echar sal a la comida”

Medio millón de empleadas del textil de Camboya no cubren sus necesidades básicas con lo que ganan

Una campaña internacional pide que los salarios aumenten a 140 euros al mes

Dos trabajadoras camboyanas heridas descansan en el hospital tras el desplome de una planta de la empresa textil en la que trabajan. / SAMRANG PRING

A las mujeres camboyanas que fabrican la ropa que vestimos más al Oeste no les salen las cuentas. Ellas viven con 72 euros al mes, ganados tras pasar seis días a la semana —y en algunos casos, los siete— pegadas a una máquina de coser durante 12 horas, a veces más. Pese a que los costes de vida del país son muy bajos, su sueldo queda muy lejos de los 282 euros (395 dólares) que Asia Floor Wage Alliance, organización internacional que defiende los derechos de los trabajadores, considera una cantidad mínima aceptable para cubrir gastos de vivienda, alimentación, sanidad o educación, entre otros. Esto significa que las casi 500.000 mujeres que trabajan en el sector textil camboyano no tienen acceso a los servicios más básicos y además trabajan en recintos muy inseguros donde los accidentes laborales son el pan de cada día. El último ocurrió el pasado 21 de octubre, cuando una de las plantas del edificio que ocupa la empresa Nishiku, en la provincia de Takeo, se desplomó. Cinco mujeres resultaron heridas.

La precariedad de las trabajadoras de Camboya es similar a la de sus vecinas de Malasia, China, Bangladesh o Indonesia, donde la brecha entre el sueldo que cobran y el salario medio se repite como un calco. Viven jornadas interminables en las que, como autómatas, hacen subir y bajar la aguja eléctrica sin descanso, en las que sólo pueden levantarse una vez al día para comer frugalmente y durante las que permanecen sentadas en un duro taburete sin respaldo. Hartas de aguantar una vida miserable, llevan años sumidas en una espiral de huelgas y protestas para reclamar subidas salariales y mejoras en sus condiciones laborales.

A las camboyanas no les ha salido gratis: la última revisión salarial se produjo en diciembre 2013, cuando el Gobierno fijó el salario mínimo en esos 72 euros o 100 dólares, muy lejos de las reivindicaciones sindicales e insuficiente para cubrir las necesidades básicas. Los sindicatos iniciaron huelgas y movilizaciones que fueron violentamente reprimidas. El 3 y 4 de enero murieron cuatro trabajadores, 40 resultaron heridos y 23 fueron detenidos. Y los frutos de su activismo van llegando a marchas forzadas. El mismo día en que Inditexanunciaba beneficios de 928 millones de dólares, miles de trabajadoras arrancaban una nueva campaña para reclamar una subida salarial a los 140 euros (177 dólares) al mes. La lucha está siendo dura: en la primera protesta callejera, el pasado 17 de septiembre en Phnom Penh, más cien militares armados con rifles de asalto fueron desplegados para vigilar a los miles de manifestantes que se echaron a las calles. Dos líderes sindicales fueron detenidos, aunque no se registraron incidentes violentos.

Costes de vida y salarios mínimos en Asia. / ASIA FLOOR WAGE ALLIANCE

La industria textil es la más importante de Camboya desde los años noventa. Solo en 2012, el 95% de sus exportaciones provenían de este sector, que granjeó unos ingresos estimados en 3.380 millones de euros, según los datos recopilados por la red internacional Ropa Limpia, integrada por ONG y sindicatos, que vela por los derechos de estas trabajadoras y apoya la demanda de los sindicatos que exigen 177 dólares como un primer paso hacia el pago de un salario digno. «Un salario digno querría decir que el salario que una trabajadora gana en una semana de trabajo estándar (sin exceder 48 horas) es suficiente para cubrir sus necesidades básicas y las de su familia lo que incluiría alojamiento, alimentación, educación, cuidados médicos, transporte y un ingreso discrecional (posibilidad de ahorro)», explica Eva Kresler, representante de Ropa Limpia en España. «La fuerza laboral de la industria de ropa de Camboya la componen en un 80% mujeres de entre 18 y 35 años con niños y familias a su cargo. Los costes de la vivienda, alimentación, transporte… crecen y el salario mínimo actual es sencillamente insuficiente para vivir incluso haciendo horas extraordinarias», completa.

Alrededor de un 85% de las 500 fábricas que hay por todo el país pertenecen a multinacionales extranjeras, sobre todo asiáticas (China, Taiwán, Singapur o Malasia) que se aprovechan de la mano de obra barata del país. Las cinco mayores marcas establecidas en Camboya son H&M, GAP, Levi Strauss & Co, Adidas y Target. En sus instalaciones y en las de otras empresas se registraron durante 2012 hasta 2.100 desmayos debido a las pésimas condiciones de trabajo, denuncia el informe Shop til they drop.

Tan solo tragedias como las 1.132 muertes en el derrumbe del edificio Rana Plaza, acaecido en abril de 2013 en Bangladesh, consiguen centrar la atención internacional sobre las miserables condiciones laborales de estas mujeres. Pero recientemente hubo un episodio que obligó de nuevo a posar la mirada sobre este rincón del mundo: Anniken Jørgensen, una influyente bloguera de moda noruega de 17 años, acusó directamente a H&M, el gigante sueco de la moda barata, de explotar a las trabajadoras de sus fábricas en Camboya.

La adolescente había participado junto a otros dos chicos de su edad en Sweat shop (“fábrica de explotación”) un reality show de la televisión de su país que los llevó hasta este país para compartir durante un mes casa, trabajo y vida con mujeres empleadas en una fábrica textil. Durante ese tiempo, los tres concursantes vivieron con Soki, una joven de 25 años que cobra tres dólares al día por coser. En el programa no se mencionaba ninguna marca de ropa, pero Jørgensen, muy impresionada tras haber comprobado con sus propios ojos cómo se produce la moda que ella consume, no se arredró y señaló directamente con el dedo desde su blog a H&M e inició una dura campaña contra la marca pese a que Aftenposten, el medio que había organizado el programa, le prohibió hablar de este asunto. «Una chica dijo que había cosido durante 14 años la misma costura del hombro de un jersey. ¿Qué tipo de trabajo es ese?», se preguntaba desconsolada ante la cámara de televisión. «Su madre no murió por una enfermedad o porque la mataran, murió de hambre porque no tenían para comer», relata sobre otra trabajadora de 19 años con la que se entrevistó.

Un policía señala el punto donde se produjo el derrumbe de una de las plantas de una empresa textil de Camboya. / SAMRANG PRING (REUTERS)

A causa del revuelo que generó la campaña de denuncia de Jørgensen. H&M negó toda acusación con un comunicado en el que aseguraba que no fueron contactados durante el transcurso de la grabación. «No se han visitado ninguno de los proveedores de H&M, ni se ha hablado con nosotros sobre nuestra labor en sostenibilidad ni sobre ninguno de nuestros esfuerzos en este sentido!, indica la multinacional, al tiempo que recuerda que en los rankings independientes internacionales, como el Índice de Sostenibilidad Dow Jones, la Lista Global 100 y las Compañías más Éticas del Mundo, H&M está valorada entre las compañías que asumen mayor responsabilidad social y medioambiental.

Mientras desde las calles de Phnom Penh las trabajadoras siguen clamando por un sueldo digno, dos activistas camboyanos han recorrido durante el mes de octubre varios países europeos para dar a conocer su campaña por los 177 dólares. Reclaman a las marcas de ropa que tomen las medidas necesarias para garantizar que todas sus trabajadoras reciban un salario digno. También solicitan a los gobiernos de los países productores que los sueldos mínimos establecidos en el sector sean dignos y van más allá: quieren que los países europeos controlen a sus empresas para que asuman sus responsabilidades por el impacto que tienen sobre la vida de las trabajadoras de sus cadenas de suministro.

El incremento salarial que las trabajadoras de Camboya reclaman no les reportará ni de lejos una calidad de vida digna, pero que sí supondría una pequeña mejoría en su día a día. “El salario mínimo da para una persona, pero necesitamos suficiente para poder mantener una familia, hijos y a nuestros ancianos padres. Si me pongo enferma, no puedo permitirme ir al médico, no tenemos dinero para echar sal a la comida”, se quejaba una manifestante a las cámaras de Sweat Shop durante una protesta en Camboya.

ROPALIMPIA.ORG

Aún así, las grandes empresas textiles que emplean a estas mujeres solo abren la mano a marchas forzadas. El pasado 20 de septiembre, sólo tres días después de la multitudinaria protesta que realizaron las trabajadoras camboyanas en Phnom Penh, ocho multinacionales de la moda anunciaron que están dispuestas a pagar mejores salarios a sus empleadas. Estas empresas, que incluyen a grandes como H&M, Inditex o Primark, han escrito al primer ministro camboyano y al presidente de la Asociación de Fabricantes de Ropa de decir que estaban «listos para asumir salarios más altos» en su política de precios, según informó el diario británico The Guardian. Igualmente, H&M firmó un acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para mejorar los salarios, la capacitación de sus empleados y las condiciones en las fábricas y cadenas de suministro en la industria de la confección, facilitar la organización sindical.

No obstante, ninguna empresa ha aclarado de cuánto será ese aumento. «No han apoyado publicamente el incremento a los 177 dólares y tampoco se han comprometido con cifras concretas. Todavía es un misterio lo que significa cuantitativamente un salario digno en Camboya para estas empresas», advierte Kreisler.

Situación de las trabajadoras textiles en Bulgaria

http://www.ropalimpia.org/adjuntos/informes/Bulgaria%20CRL2.pdf

Trabajadora textil en Bulgaria: “En una semana, trabajamos 50-60 horas, a veces sin días libres; trabajamos normalmente 200 horas al mes, pero a veces hasta 400 horas”.
Descubre la situación de las personas trabajadoras textiles en este país del este de Europa en la investigación Salarios Dignos:

Extraído de http://www.ropalimpia.org/adjuntos/informes/Bulgaria%20CRL2.pdf

Mensaje oculto de explotación en un vestido

El mensaje oculto de explotación que una clienta encontró en un vestido de Primark

Una joven de Gales descubre un texto de auxilio cosido a una prenda que compró en la cadena irlandesa.

dentro Primark

Rebecca Gallagher muestra la etiqueta cosida en el vestido.

Foto: Imagen vía South Wales Evening Post

Rebecca Gallagher, una joven de Gowerton (Gales), no podía creer lo que encontró cuando buscó las instrucciones de lavado del vestido con estampado floral que había comprado en un local de la cadena Primark en Swansea por apenas 12 euros. Allí encontró cosido y escrito a mano el siguiente mensaje «Obligados a trabajar durante horas agotadoras». El SOS que supuestamente ha lanzado un trabajador anónimo de la firma de moda low cost ha dado la vuelta al mundo. «No quiero ni pensar que mi top del verano puede estar hecho por una persona agotada trabajando duro durante horas en alguna fábrica de explotación en el extranjero«, explicó Gallagher respecto a su hallazgo al South Wales Evening Post. «No tengo ni idea de quién lo puso allí pero ha desbaratado mis argumentos. Me hace pensar que ha sido una llamada de auxilio, para que los británicos sepamos qué está pasando allí», añadió.

La joven de 25 años llamó a la firma para alertar de su hallazgo, pero ha sido la repercusión mediática de la noticia la que ha ha hecho mover ficha a la compañía. Tal y como recogía el Telegraph hace unas horas, un portavoz de Primark ha aclarado que este es un hecho aislado y ha pedido a Gallagher ayuda para resolver el misterio. «Estaríamos muy agradecidos de que esta clienta nos enviase el vestido, así podríamos investigar cómo esa etiqueta acabó allí y si hay más problemas que debemos estudiar».

El escándalo de la etiqueta que pedía auxilio ha provocado que la firma publicase hoy mismo una declaración recordando que son miembros de la iniciativa de comercio justo (Ethical Trade Initiative) y han destacado que encuentran «muy extraño» que la historia salga a la luz ahora «teniendo en cuenta que el vestido se vendió hace más de un año y no se han dado más incidentes de este tipo con este modelo».

Con todo, la polémica trae a colación que la empresa estaba implicada en el fatídico accidente del Rana Plaza en Bangladesh el año pasado, cuando 1.129 trabajadores de Primark y otras firmas de moda fallecieron en el derrumbe de una fábrica. Un representante de la firma ha asegurado al Vogue británico que «Primark fue la primera firma del Reino Unido en firmar un acuerdo de seguridad en Bangladesh en colaboración con otras marcas para conseguir cambios sustanciales y a largo plazo en el país».

 

Primark califica de montaje el mensaje de explotación laboral en la etiqueta de un vestido

Una de las etiquetas con mensaje de denuncia
Una de las etiquetas con mensaje de denuncia / Primark
  • Argumenta que las etiquetas proceden de Swansea, donde hubo una exposición en la que se animó a los visitantes a coser etiquetas con la misma letra

Europa Press / Londres; 28 junio 2014

«La investigación realizada por Primark sobre las etiquetas cosidas en dos artículos comprados en diferentes momentos en nuestra tienda de Swansea en 2013, lleva a la conclusión de que es más que probable que respondan a un montaje llevado a cabo en Reino Unido», ha dicho.

Primark ha argumentado que «las etiquetas proceden claramente de la misma fuente». «Resulta prácticamente inverosímil que estas etiquetas hayan sido cosidas en la fábrica donde fueron confeccionadas las prendas, dado que fueron fabricadas por distintos proveedores, en distintas fábricas y en distintos continentes, una en Rumanía y la otra en India, a miles de kilómetros de distancia», ha dicho.

«Sin embargo, las dos prendas con las etiquetas falsas fueron compradas en nuestra tienda de Swansea en 2013», ha apuntado, al tiempo que ha recordado que en esa localidad «tuvo lugar una exposición del mismo tipo de etiquetas en 2013», en la que se animó a «los visitantes a coser a la ropa etiquetas utilizando la misma letra y apariencia que las etiquetas falsas».

Además, ha recordado que «continúa investigando la aparición de una nota en un par de pantalones pesqueros en Irlanda del Norte, con dos procesos en curso en China y Reino Unido». «Estamos también indagando si existe algún tipo de conexión (entre esos dos casos) y las etiquetas falsas de Swansea», ha apuntado.

Primark ha afirmado que da «suma importancia el bienestar de los trabajadores que forman parte de su cadena de abastecimiento». » Primark no vendería ningún artículo sin la certeza de que éstos se fabrican de acuerdo con nuestro Código de Conducta», ha aseverado.

Por ello, ha subrayado, «toma muy en seria consideración todas las alegaciones respecto a cualquier violación de su Código de Conducta, independientemente del origen de donde provengan». «De hecho, ofrece a los trabajadores de la cadena de abastecimiento la posibilidad de contactar confidencialmente con la compañía», ha añadido.

«Obligados a trabajar horas agotadoras»

Rebecca Gallagher, una joven de 25 años de la localidad de Swansea, en Gales (Reino Unido), reveló el pasado miércoles que había encontrado un mensaje de denuncia de la explotación laboral oculto en el interior de un vestido de Primark .

«Obligados a trabajar horas agotadoras», se puede leer en la etiqueta del colorido vestido que compró de oferta por diez libras esterlinas (unos 12,5 euros) en una de las tiendas de Primark en Gales. Gallagher aseguró que nunca se pondrá ese vestido porque teme que haya sido fruto de la explotación laboral de un trabajador en un taller clandestino en un país extranjero.

«Me quedé sorprendida cuando comprobé la instrucciones de lavado y vi esta etiqueta», contó. «Llevaba escrito a mano el mensaje ‘Obligados a trabajar horas agotadoras’, cosido con las otras etiquetas habituales», explicó. «Para ser honestos, nunca había pensado demasiado sobre cómo se hacen estas prendas», añadió.

«Temo pensar que mi vestido de verano pueda haber sido hecho por una persona agotada por horas de trabajo duro en algún taller clandestino en el extranjero», aseguró. Gallagher explicó que la etiqueta estaba unida a otras que dan la dirección de Primark en España e Irlanda y las instrucciones de lavado. «No tengo idea de quién la puso allí», dijo.

Exijamos salarios dignos… en Adidas

Go All in for a Living Wage!

MUNDIAL DE FUTBOL 2014.
Mientras adidas gasta más de 60 millones de euros en publicidad, las trabajadoras que cosen su ropa deportiva malviven con salarios de pobreza.
Sorn Reab, trabajadora de Camboya que cose ropa para la marca 6 días a la semana, 11 horas cada día, tendría que trabajar 7000 años para cobrar lo que el presidente de ADIDAS Herbert Hainer, gana en un año.
Firma la petición a Adidas (en inglés), y ¡EXIGE SALARIOS DIGNOS!

 

 Labour Behind the Label

SPIRIT OF FOOTBALL IS MEANT TO BE UNITY AND FAIR PAY – TELL ADIDAS TO GO ALL IN FOR A LIVING WAGE!An estimated 3.5 billion people, or half the world’s population, will tun in to watch this years’ FIFA World Cup, leaving sponsors scrambling to capture fans imaginations.  For sportswear giant Adidas the potential return in huge, after spending£62million in order «to make the World Cup in Brazil the best World Cup ever» – for the Adidas brand.  Adidas expects to make€1.7billion from the sale of football merchandise this year alone.  Adidas’s CEO Herbert Hainer hopes the Cup will catapult the Adidas Group into pole position as leader of the sportswear industry.

Through flashy ads, acclaimed and influential spokepeople, and catchy slogans, Adidas is encourging the world to go «all in».  But, behind the glitz and the glam of their World Cup marketing, THERE IS A STORY THAT ADIDAS DOESN’T WANT YOU TO KNOW.

25-year-old Sorn Reab spends six days a week waking up at 4:30 a.m. in order to travel to Phnom Penh to begin work at 7 a.m. in a garment factory, which supplies apparel to Adidas.  Despite working 11 hours a day, Sorn cannot afford to live in Phnom Penh.  Tired and weak from malnutrition, Sorn faces the real possiblity that today may be the day she faints and ends up in the hospital.  With the threat that her short-term employment contract may not be renewed in six months, the pressure to produce as many Adidas garment as possible is constant.

Sorn Reab’s life in Cambodia in not an exception, but the norm for the estimated 500,000 garment workers – over 90 percent of who are women under the age of 35.  In fact, a majority of the world’s garment workers are young women struggling to survive on their poverty wages.  At its core, the garment industry continues to perpetuate a system of extreme inequality, providing inordinate wealth for the priviledged few, while condemning the vast majority of workers in the supply chain to unconscionable poverty.  It would take Sorn Reab in Cambodia over 7,000 years to earn Adidas CEO Herbert Hainer’s annual salary.

CHANGE IS POSSIBLE. As Adidas is harnessing the world’s passion for the World Cup to grow their brand profile and profits, join Labour Behind the Label as we too seize the opportunity to ensure Adidas pays Sorn Reab what she has earned and is owed: A LIVING WAGE.

Tell Adidas to go all in for a living wage!  Sign the petition.  Use the double hashtag #allin for a #livingwage on twitter to spread the word.  Find out more about the campaign and more actions you can take: www.labourbehindthelabel.org/adidas

 

To:
Adidas
William Anderson, VP for social and environmental affairs, asia pacific region
Frank Henke, Global director of social and environmental affairs
Herbert Hainer, CEO
Garment workers, who produce Adidas apparel, do not get a fair share of the value they generate in the supply chain and are not paid a wage they can live on, let alone enough to save and thus remain condemned to a life of poverty. Garment workers, the majority of whom are young women, are trapped in a vicious circle of low wages, excessive overtime, unfavourable debt schemes and extreme dependency, making them some of the most vulnerable employees. There is a clear and attainable solution: garment workers should be a paid a living wage.

Adidas must commit and ensure their purchasing practices are such that a living wage can be paid and is guaranteed in terms of business.

I call on Adidas to support workers by:
– Quantifying and publishing figures for what a ‘fair wage’ means, which ensures all Adidas garment workers can support their families;
– Ring fencing those wage costs when negotiating with factories to ensure any commitment delivers real wage increases;
– Publicly committing to not pull out of countries such as Cambodia if minimum wages increase.

Adidas must go all in for a living wage!

Sincerely,
[Your name]

‘The Deadly Cost of Fashion’

Publicado el 15/4/2014

A photojournalist who covered last year’s deadly collapse of the Rana Plaza building in Bangladesh draws connections to New York from clothing labels he found in the rubble.

Produced by Ismail Ferdous and Nathan Fitch

Extraído de http://www.nytimes.com/2014/04/15/opinion/the-deadly-cost-of-fashion.html?_r=0

Last April 24, Ismail Ferdous, my co-director on this Op-Doc video, photographed the deadliest disaster in garment industry history: the collapse of Rana Plaza in Bangladesh, which killed more than 1,100 workers and injured around 2,500.

His images capture not only the raw destruction and shattered lives, but also the citizen volunteers who worked tirelessly to help rescue victims in the rubble. In the video, he speaks candidly about the trauma of photographing the collapse, where the smell of dead bodies filled the air.

A year later, we explore the uncomfortable question: How does the Rana Plaza collapse relate to the lives of Americans? Much more than you might think. Companies and brands associated with factories in Rana Plaza include Joe Fresh, Mango, Walmart, J.C. Penney and The Children’s Place (though it’s unclear whether all of these had active manufacturing there at the time of the collapse). Some of the clothing labels that he photographed in the rubble can also be found in Manhattan stores.

While Americans are fond of low prices for clothing, some are possible only because workers in Bangladesh (among other countries) toil in sweatshops for meager wages, in dangerous conditions. This needs to change.

We have started the Cost of Fashion campaign to help bring fair compensation to victims of the Rana Plaza collapse and their families, and to encourage apparel companies to support safe working conditions. This Op-Doc is a prelude to a longer documentary that will explore the complexities and impacts of the global garment manufacturing industry.